Hemos escuchado tanto sobre los peligros del COVID-19: la enfermedad, las complicaciones y las muchas muertes. ¿Hay lecciones en la manera en que la pandemia ha cambiado los patrones de enfermedad y las intervenciones de salud?
Este nuevo virus (también llamado SARS-CoV-2) ha precipitado crisis en los últimos meses no solo en la salud, sino también a nivel hospitalario, político y educacional. Las estadísticas sobre los afectados, contagiados y fallecidos cambian diariamente, lo que confirma que este virus no va simplemente a alcanzar su punto máximo y desaparecer.
Durante esta perturbación global, las personas han estado reportando menos ataques de corazón y accidentes cerebrovasculares que de costumbre. Esto no se debe a que su salud ha mejorado, sino a que las personas temen ir a instituciones de salud que podrían haber sido expuestas al COVID-19. Como resultado, hay quienes han sufrido daños irreversibles a la salud o que aun han fallecido. También se han producido menos denuncias de lesiones por abuso doméstico, porque las víctimas no siempre informaron durante la cuarentena.
Otro desafío que ha surgido es la reducción de la actividad física después de que la Organización Mundial de la Salud declaró la pandemia global el 11 de marzo de 2020. Esto ya se percibió diez días después de la declaración, y es algo que continúa. Esta disminución ha sido notada aun en países que no sufrieron cuarentenas estrictas como Corea del Sur, Japón y Taiwán.
Hay tres importantes mensajes que recordar que derivan de su pregunta:
No ignore síntomas nuevos que puedan ser indicativos de problemas de salud tales como dolor de pecho, falta de aire , mareos, problemas de dicción, o cambios en la percepción (señales de advertencia de problemas cardiacos o cerebrovasculares latentes). ¡Busque ayuda!
La actividad física periódica es fundamental para todos los aspectos de un bienestar pleno, y esto incluye la conservación de un sistema inmunitario tan eficiente como sea posible. Haga ejercicio todos los días.
Los controles periódicos de salud son importantes para mantenerse bien y, a pesar de la pandemia, deberían planificarse y llevarse a cabo en forma acabada. Esos chequeos pueden salvarle la vida.
Estamos enfrentando la así llamada nueva normalidad, o como dicen muchos: «Las cosas ya no son lo que eran». Solo podemos especular sobre lo que nos deparará el futuro. Necesitamos cuidar de nuestra salud lo mejor que podamos, dadas las circunstancias. Gracias a Dios, sabemos que él es fiel, y que jamás nos dejará ni abandonará. «Nos vemos atribulados en todo, pero no abatidos; perplejos, pero no desesperados; perseguidos, pero no abandonados; derribados, pero no destruidos […]. Por tanto, no nos desanimamos. Al contrario, aunque por fuera nos vamos desgastando, por dentro nos vamos renovando día tras día» (2 Cor. 4:8, 9, 16, NVI).* A pesar de lo que suceda en esta vida, tenemos la esperanza, la bienaventurada esperanza, de la vida eterna, cuando ya no habrá enfermedad ni muerte, porque «las primeras cosas han dejado de existir» (Apoc. 21:4, NVI). Con gozosa expectativa podemos decir juntamente con Juan: «¡Amén! ¡Ven, Señor Jesús!» (Apoc. 22:20). Maranata.
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