Los miembros decidieron usar el tiempo que les quede en ese lugar para maximizar su efectividad misionera.
Tanto física como espiritualmente
La iglesia adventista Central de Tagaytay es diferente de cualquier otra iglesia que conozco. Está rodeada de frondosa vegetación tropical en la isla de Luzón (Filipinas) y ubicada dentro del volcán Taal, con vista al gran lago que rodea la cima. Esta iglesia es, por lo tanto, caliente: no solo física sino espiritualmente. Además de interesantes discusiones de la lección de Escuela Sabática y actividades variadas para niños y jóvenes, la iglesia participa activamente en la misión a la ciudad.
TAMAÑO PEQUEÑO PERO GRANDE EN ACCIÓN
Esta iglesia, que tiene menos de cien miembros, hace un tiempo celebró su séptimo aniversario. Pero a pesar de ser pocos, los miembros han esparcido su fervor a otros y ciento veinte personas se unieron por el bautismo después de un programa de evangelización en el barrio de San José. Los miembros de iglesia han participado en proyectos misioneros en iglesias de la misma zona y hasta en Manila, la capital del país ubicada a sesenta y cinco kilómetros. La iglesia Central de Tagaytay tiene un gran movimiento de miembros, porque recibe a muchas personas que llegan hasta la ciudad por trabajos temporarios. No es difícil bautizar a personas en las Filipinas, pero el desafío es ayudarlas a ser discípulos y crecer en la vida cristiana.
La iglesia sueña con llegar a ser un centro de influencia en la comunidad. Los miembros discutieron la posibilidad y oraron en cuanto a abrir un restaurante vegetariano; en su lugar, abrieron una panadería y pastelería de tiempo parcial, que en el presente produce a pedido. El objetivo es equipar un negocio móvil de comida vegetariana en la animada ciudad turística de Tagaytay, donde puedan acompañar los alimentos saludables con impresos de índole espiritual.
UN DESAFÍO SE TRANSFORMA EN UNA BENDICIÓN
Hace unos cinco años, los líderes de esta iglesia descubrieron que no tenían los documentos adecuados de propiedad del templo. En esencia, no les pertenecía, y en cierto momento la propiedad fue transferida a nuevos dueños que les pidieron que desalojaran el lugar. Los miembros oraron a Dios pidiéndole una solución. Las tierras en Tagaytay son extremadamente caras, y no podían comprar otra propiedad.
El templo está rodeado de comunidades residenciales cerradas exclusivas, campos de golf, hoteles, restaurantes y parques de diversiones. Todos compiten por la vista hacia el lago y el volcán. A pesar de la situación, los nuevos dueños acordaron permitir que los adventistas siguieran operando en su ubicación actual, y la iglesia aún sigue allí.* Saben, sin embargo, que en cualquier momento les podrían pedir que se vayan. Pero el desafío ha resultado ser una bendición.
Los miembros decidieron usar el tiempo que les quede en ese lugar para maximizar su efectividad misionera. Trabajaron como si fueran a quedarse, aunque al mismo tiempo, se alistaron para irse de allí en cualquier momento.
Así fue que descubrieron una comunidad desplazada ubicada al fondo de un empinado barranco en el barrio de San José, y comenzaron a visitar a las personas y suplir sus necesidades prácticas. Visitar a esas familias requiere de mucho ejercicio, porque hay que descender por el barranco y entonces regresar al camino principal. Muchas personas –que sufren de artritis y otros problemas de movilidad– están condenadas a vivir allí permanentemente, en especial los que están en sillas de ruedas. No hay sistema de cloacas, y cuando llueve mucho o durante tormentas tropicales o tifones se producen aludes. Las ambulancias no pueden acceder y los pacientes tienen que ser cargados hasta el camino principal, por una empinada ladera, por familiares o amigos. Un hombre que está confinado a una silla de ruedas aceptó a Cristo y fue bautizado. No tenía fuente de ingresos y dependía de otros para sobrevivir. Los miembros de iglesia le enseñaron a entretejer felpudos o tapetes con trapos viejos, y un empresario ofreció comprárselos. Escuelas de la zona también suelen comprarle los felpudos, en especial durante la estación de las lluvias. Pronto comenzaron a abrirse pequeñas tiendas en el lugar, para ofrecer alimentos y otros artículos necesarios.
SATISFACER NECESIDADES DE LA COMUNIDAD
La mayor parte de la población de Tagaytay es joven. Por ello, los miembros de iglesia decidieron organizar una Escuela Bíblica de Vacaciones para niños. Comenzaron con un programa por año en un lugar diferente, pero en 2019, toda la iglesia participó al ofrecer esta actividad en cinco barrios al mismo tiempo. No solo los adultos, sino también los jóvenes y hasta los niños ayudaron a que sus invitados descubrieran a Dios. Para cuando terminó el programa, todos estaban exhaustos, pero muy felices y satisfechos con los resultados. Por la gracia de Dios, la participación total de los miembros se hizo realidad.
Decididos a atender las necesidades de la comunidad que los rodea, los miembros descubrieron un gran número de madres solas que no tenían ingresos para sustentar a sus familias. Surgió así una idea: enseñarles a coser y a vender prendas de vestir para tener algún ingreso. Un refugio derruido cercano a la iglesia fue remodelado por completo y preparado para el Proyecto Livelihood. La diaconisa Hilkie Dogwe ofreció de su tiempo y conocimientos para enseñar a las mujeres a coser. Con la ayuda de un grupo de laicos adventistas llamado Working in God’s Service (Trabajando al Servicio de Dios), de Manila, y de benefactores de Australia y los Estados Unidos, se adquirieron máquinas de coser. Cada mañana se comienza con una lectura devocional de la Biblia. Después de la clase de costura, los miembros de iglesia demuestran cómo cocinar alimentos saludables, y entonces todos almuerzan juntos. Este proyecto no solo ha capacitado a las mujeres para generar ingresos, sino que además varias de las jóvenes madres y otras personas llegaron a conocer a Jesús y fueron bautizadas.
El entusiasmo de los miembros de Tagaytay es contagioso. Acaso no sea una iglesia numerosa con grandes recursos, pero con la bendición de Dios y la ayuda de otros, los miembros están marcando una diferencia en la comunidad local, usando los talentos que Dios les ha dado para servir a otros. La oración de ellos es que el Señor los siga usando para influir a otros para la gloria de Dios.
*Nota: Después de la erupción del volcán Taal el 12 de enero de 2020, a lo que le siguió la pandemia del coronavirus, los miembros de la iglesia no han podido visitar a las personas que estaban ayudando y continuar con sus actividades comunitarias. Pero siguen haciendo lo que pueden, como por ejemplo pedir a la policía que distribuya bolsas de arroz a los que viven bajo el barranco, además de pañales y leche para bebés para algunas de las mujeres de las clases de costura. Oren por favor para que el Señor permita que los miembros puedan llegar hasta los necesitados y compartir con ellos el mensaje del amor de Cristo. —Los editores.