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Aún lo recuerdo como si hubiera sucedido ayer, aunque sucedió hace treinta años. Estaba en mi estudio dedicado a escribir cuando mis dos hijos pequeños entraron corriendo: «¡Jesús está aquí! ¡Jesús está aquí! ¡Escuchamos las trompetas!»
Aunque no las había escuchado, ¿quién era yo para cuestionar semejante jubilosa fe? Salí con ellos afuera a mirar el cielo azul. Triste es decirlo, Jesús no vino ese día, pero aún recuerdo con gozo el entusiasmo contagioso por la venida del Señor.*
¿Cómo anda su esperanza por estos días? ¿Siente aún el mismo entusiasmo como cuando creyó por primera vez? En este extraño tiempo de la pandemia del COVID-19, sugiero tres lecciones de la enseñanza bíblica sobre la segunda venida de Cristo que pueden darnos esperanza en tiempos de crisis.
DIOS AÚN ESTÁ EN CONTROL
Jesús presentó una visión panorámica de los eventos mundiales desde el tiempo de su ministerio terrenal hasta el día de su regreso en gloria. La profecía se encuentra en Marcos 13 (cf. Mat. 24; Luc. 21). Quiero llamar su atención hacia dos versículos que brindan la primera lección.
Jesús dice: «Pero cuando oigáis de guerras y de rumores de guerras, no os turbéis, porque es necesario que así suceda; pero aún no es el fin, pues se levantará nación contra nación y reino contra reino; y habrá terremotos en muchos lugares, y habrá hambres y alborotos [Lucas añade «pestilencias»]; principios de dolores son estos» (Mar. 13:7, 8).2
A menudo repetimos estas palabras cuando hablamos de la segunda venida porque se parecen mucho a lo que nuestro mundo ha experimentado durante el último siglo. En realidad, Jesús está hablando del tiempo que llevó a la destrucción de Jerusalén en el año 70 d. C. Pero aún podemos aprender de esa experiencia para nuestra situación actual.
Jesús dijo: «No os turbéis» (vers. 7). Toda vez que he pasado por problemas, esas situaciones interfieren con mi funcionamiento normal. Recuerdo bien un momento, hace veinte años, cuando como familia pasamos por la pérdida del trabajo, una cirugía importante, la muerte de familiares y un evento climático devastador; todo en cuestión de meses. Fue una experiencia que me entumeció, como si fuera una niebla. Anhelaba que volvieran días «aburridos» y normales. Lo que nos ayudó a pasar esas tribulaciones fueron dos cosas: amigos preciosos y las promesas de la Biblia. Lo mismo sucede con la crisis actual.
Jesús dijo: «Es necesario que así suceda» (vers. 7). No es él quien produce los problemas: es el diablo. Pero el Señor también señala que en un mundo de pecado suceden cosas malas. Él no trata de ocultar la verdad de que enfrentaremos pruebas. Podemos pensar que no sirve de mucho, pero en realidad, conociendo que él sabe lo que sucederá, es una roca firme bajo nuestros pies en la tormenta. Él ve todos los problemas y señala que viene algo más grande y mejor.
Jesús sigue diciendo: «Principios de dolores son estos» (vers. 8). Nos gusta pensar que los problemas terminarán rápidamente. A veces es así. Pero en lo que respecta al conflicto cósmico entre el bien y el mal, Jesús está con nosotros durante todo el recorrido. El gran conflicto no es una carrera de cien metros; es una maratón. Pero él nos asegura que ve el fin desde el principio. Es nuestro guía, llevándonos por los momentos de tribulación. Nos da la seguridad de que está en control de nuestra vida, y que estará con nosotros. No tenemos que alarmarnos por los sucesos, sino levantar la cabeza, porque nuestra redención está cerca (Luc. 21:28). La primera lección: Dios aún está en control.
ALIENTE A OTRA PERSONA
La segunda lección es el llamado a ayudar a los que nos rodean. Es tentador retraerse cuando azotan los problemas. Pero Jesús nos llama a mirar hacia afuera.
El Señor describe que cuando regrese, separará las ovejas de los cabritos. Lo que distingue a los dos grupos no es la profesión sino sus actos de misericordia. El Señor dice: «Porque tuve hambre y me disteis de comer; tuve sed y me disteis de beber; fui forastero y me recogisteis; estuve desnudo y me vestisteis; enfermo y me visitasteis; en la cárcel y fuisteis a verme» (Mat. 25:35, 36). Jesús se identifica con los necesitados. Cuando los ayudamos, lo estamos ayudando personalmente a él.
Busque a alguien que esté pasando por una crisis. Quizá no pueda hacer mucho, pero aun un poco puede ayudar a esa persona; y será una bendición también para usted.
CONSERVE LA ESPERANZA
Puede ser que algunos se estén cansando de esperar a Jesús. No lo haga. La realidad de la segunda venida no depende tan solo del cumplimiento de las señales proféticas. Depende aún más del que prometió que regresaría. El Señor dice: «Y si me voy y os preparo lugar, vendré otra vez y os tomaré a mí mismo, para que donde yo esté, vosotros también estéis» (Juan 14:3).
En griego, el «vendré otra vez» está en realidad en presente: «Vengo otra vez». En ese contexto, es conocido como «presente futurista». Se habla de un evento futuro con tanta certeza que se describe como si ya estuviera sucediendo. Podemos con toda justicia transcribirlo así: «Si voy y os preparo un lugar, por cierto que vendré otra vez y os tomaré a mí mismo». La segunda venida depende no solo del cumplimiento de las señales proféticas. Mucho más depende de aquel que lo prometió.
Entonces, ¿cómo entender todas nuestras tribulaciones? Tres grandes lecciones: (1) Dios aún está en control: confiemos en él; (2) dediquémonos a alentar a otros: eso también nos servirá de aliento; (3) recordemos quién es el que prometió: él regresará por nosotros.
Pronto llegará ese maravilloso día cuando todos exclamaremos: «¡Jesús está aquí! ¡Jesús está aquí! ¡Escuchamos las trompetas!» *Lo que sucedió es que la hermana mayor estaba haciéndole una broma al hermano menor, imitando el sonido de la trompeta. A pesar de ello, atesoro la fe gozosa de ese momento. Mis dos hijos adultos me han dado permiso para contar esta historia.