En todo el mundo, los jóvenes buscan evidencias de que Dios es real. Desean pertenecer a una iglesia compuesta por personas que conocen a Dios y que están dispuestas a ayudar a que otros lo conozcan.
Todos buscamos amor, conexión y relaciones que funcionen. A menudo, cuando experimentamos un desafío a la hora de compartir o expresar nuestras opiniones o emociones, tendemos a desconectarnos y, en ocasiones, a desaparecer.
He visto cómo sucede esto con los jóvenes de la iglesia, aun de adolescente, cuando vivía en el Líbano y la India. Los investigadores adventistas nos han dicho por mucho tiempo que cada vez es menor el número de jóvenes que asiste los sábados a la iglesia. Lo he visto en diversos lugares donde he vivido. Me he preguntado por mucho tiempo por este desafío, y a menudo he buscado soluciones y alternativas. He hallado un posible enfoque cuando entré en contacto con la Comunidad Grow (Crecer) en Manila (Filipinas).
Mi primera experiencia con la Comunidad Grow fue durante un retiro que había organizado la iglesia. La adoración fue simple y renovadora. Sentí una atracción inmediata por las sonrisas de bienvenida, la calidez de la alabanza y la calidad del culto. Me sentí inspirada por el entusiasmo de los jóvenes que colaboraron con el culto. Esa era mi generación. Mientras los presentes hablaban, me sentí cómoda de abrirme y también expresarme.
Comencé a conversar con una persona, y ella me contó la travesía inspiradora de su comunidad de creyentes. Al describir el crecimiento del Proyecto Grow hasta llegar a ser la Comunidad Grow, para pasar de ser un grupo de amigos en un café a una comunidad de adoradores, su testimonio reflejó esperanza, gratitud y una dependencia continua de la conducción divina.
En otra ocasión fui testigo de un bautismo. Toda la congregación rodeó la piscina para celebrar la nueva vida que se había entregado a Cristo. El almuerzo y las discusiones y actividades grupales posteriores añadieron significado a la reunión. Al hablar con el pastor, pude percibir su pasión por ver que la obra de Dios se iba arraigando en la vida de los miembros. El Proyecto Grow era en verdad un lugar «donde la historia de Dios y nuestra historia se unen», según lo expresaba la descripción en línea. Cuando nuestras historias confluyen con la historia de Dios, la transformación es inevitable. Al ser testigo de ello, recordé una frase de John Piper: «Dios es más glorificado en nosotros cuando estamos más satisfechos con él».* Ese día, me sentí inmensamente bendecida por la experiencia de adoración.
Es fácil que el culto quede al margen de nuestra experiencia diaria. En ocasiones, llega a ser una obligación que hay que cumplir en lugar de una respuesta al amor maravilloso de Dios. Cuando la adoración se ve impulsada por nuestro caminar espiritual con el Señor, nuestra vida refleja su amor, gracia y compasión.
En todo el mundo, los jóvenes buscan evidencias de que Dios es real. Desean pertenecer a una iglesia compuesta por personas que conocen a Dios y que están dispuestas a ayudar a que otros lo conozcan. Cuando experimentamos días significativos de adoración, los demás, en especial los jóvenes, se ven atraídos al Dios que adoramos. Cuando las personas se sienten valoradas y aceptadas, se sienten bienvenidas. Experimentan la verdadera adoración y el poder transformador de la gracia divina. La iglesia, una comunidad de creyentes, es donde los jóvenes desconectados se conectan con su Hacedor.
* John Piper, Let the Nations Be Glad! The Supremacy of God in Missions, 3rd ed. (Grand Rapids: Baker Academic, 2010), p. 31.
Beersheba Jacob es coordinadora de recursos humanos y asistente del vicepresidente del Colegio Terciario Lowry Memorial en Bangalore, India. Está casada con Andrew.