Un estudiante adventista comparte su experiencia en la creación de contenidos de video en el campo misionero.
Caleb Haakenson, un estudiante que recientemente se graduó de Union College, una institución adventista en Nebraska, Estados Unidos, ganó el primer puesto en el concurso cinematográfico de Adventist Mission para estudiantes llamado My Story, My Mission, del 2018. Su premio consistía en sumarse a Adventist Mission en un viaje para desarrollar sus habilidades como cineasta y aprender más acerca de la obra misionera en todo el mundo. Más abajo, Haakenson comparte algunas impresiones sobre su experiencia. —Los editores.
¡Hola! Soy Caleb Haakenson. Durante una semana y media, en septiembre de 2019, viajé con Ricky Oliveras, un productor de video de Adventist Mission. Al filmar y fotografiar historias misioneras en Albania y Chipre, descubrí en carne propia cuán activo está Dios en el mundo que nos rodea.
La primera iglesia adventista en Albania fue construida en 1994. La religión ha sido polarizada en este país. En 1976, Albania se convirtió en el primer estado ateo del mundo. La mayoría de los albaneses son muy nominales respecto a cualquier religión. Han vivido tanto tiempo sin un interés en la religión que la proyección misionera y la evangelización son tareas desafiantes. Muchas de las iglesias adventistas en Albania han comenzado programas de alcance misionero para mostrar el amor de Jesús, a fin de que aquella comunidad típicamente no religiosa pueda relacionarse con él. Lentamente, las cosas han ido mejorando, y esta pequeña congregación adventista ha estado creciendo de forma maravillosa.
Allí están el pastor Delmar, su esposa, Nati, y su hija, Clara. Son una familia misionera proveniente de Brasil, llamada a dirigir la congregación en Korca, Albania. Ellos me enseñaron muchas cosas acerca de la perseverancia en los momentos difíciles del ministerio y cómo representar correctamente el amor de Jesús a una comunidad no interesada en lo religioso. No tienen miedo de vivir fuera de su zona de comodidad, y confían en que Dios los ha puesto en este cargo para hacer cosas increíbles.
Delmar y Nati dirigen un centro misionero urbano, donde dan clases de música y lengua y tienen un club de salud. También están involucrados en los ministerios de alcance misionero, como el Club de Conquistadores y los partidos de voleibol los domingos de mañana. Están desarrollando la creatividad para ministrar de forma eficaz a una comunidad sin mucho interés espiritual.
Mientras estábamos en la capital, Tirana, visitamos una pequeña escuela establecida por la Agencia Adventista de Desarrollo y Recursos Asistenciales (ADRA) en Albania. Allí entrevistamos a una docente voluntaria de la Universidad Adventista Southwestern, llamada Leilani. Mientras hacíamos el recorrido con Leilani, aprendí a filmar una historia completa, incluidos todos los aspectos de su vida como misionera, en un día. Tuvimos que adaptarnos a sus horarios, encontrar un lugar tranquilo para una entrevista en medio de sus enérgicos alumnos y conseguir suficientes imágenes en un período corto de tiempo para contar su historia de forma cautivante.
Conocer a Delmar, Nati y Leilani me dio un vistazo general de la pasión y dedicación de nuestros misioneros que se encuentran sirviendo alrededor del mundo. Sus vidas en el extranjero no son tan simples o libres de preocupaciones como lo serían si hubiesen permanecido en sus países de origen. Pero van porque son conscientes del impacto que pueden tener. Especialmente en un país tan lleno de personas que no comprenden su necesidad de Dios, los sacrificios de los misioneros son un regalo. Pablo escribe en Romanos: “Ahora bien, ¿cómo invocarán a aquel en quien no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán si no hay quien les predique? ¿Y quién predicará sin ser enviado? Así está escrito: ‘¡Qué hermoso es recibir al mensajero que trae buenas nuevas!’ ” (Rom. 10:14, 15, NVI).
La familia de Delmar y Leilani son ejemplos de quienes viven el evangelio para que otros tengan la oportunidad de escuchar sobre el Jesús que necesitan.
La versión original de esta historia fue publicada por Adventist Mission.