La compasión es algo simple
Mientras la mujer francesa masajeaba sus manos ásperas, Hamia* sintió que las lágrimas le llenaban los ojos. Estaba tan cansada y preocupada. Después de huir de su marido abusador en el Norte de África, aguardaba ansiosamente en esa pequeña aldea de Francia. ¿Le otorgarían el asilo? ¿Podría ver nuevamente a sus hijos? Sintió que se le destrozaba el corazón cuando tuvo que dejarlos.
A pesar de ello, por esos breves minutos, pudo liberar sus preocupaciones y
disfrutar tanto de la ternura de su nueva conocida como del aroma de lavanda
que desprendía la loción.
«Ofrecer esos masajes de manos puede parecer algo pequeño, hasta insignificante –dice Marie Jo Guth, una de las voluntarias de Ministerios de la Mujer en Anduze, que pasa tiempo con Hamia y otras mujeres del refugio en la aldea–. Pero tener esta oportunidad de contacto físico, de un toque suave y palabras amables, es algo que realmente me gusta. En todos los casos, son manos ásperas. No son manos de mujeres que trabajan con la computadora; trabajan en el campo o en limpieza, por lo que tienen manos gastadas. Y no están acostumbradas a usar crema. Es demasiado cara para ellas; es un lujo».
La principal actividad de estos encuentros de fin de semana –que tienen lugar varias veces al año– es para fabricar tarjetas y manualidades de papel. «Escogemos materiales de colores vivos y alegres –dice Guth–. Estas mujeres no tienen ingresos, ningún lugar donde ir y, en la mayoría de los casos, apenas hablan francés. Pero enfocarse en una actividad creativa les ayuda a distraerse de sus problemas, al menos por una tarde».
UNA AYUDA LLENA DE COMPASIÓN
Guth y otros miembros de su iglesia son un hermoso ejemplo de compasión en acción, de lo que algunos llaman: dar con compasión. Es la noción conocida, pero aún poderosa, de seguir el modelo de Cristo: salir de las paredes de la iglesia, pasar tiempo con las personas allí donde están, y satisfacer sus necesidades sin ningún motivo ulterior.
En nuestras atareadas vidas, es fácil sentir que no podemos añadir una cosa más a nuestro cronograma. O acaso no sabemos cómo comenzar a alcanzar a otros. Pero aquí se presentan algunas ideas de inspiración, y una mirada a los beneficios inesperados que podrían regresar a todo aquel que ayuda.
Edifique sobre su pasión. Una de las maneras más naturales de conectarse con las personas es mediante un interés mutuo. ¿Cuáles son sus talentos, sus pasiones? ¿Puede su pasatiempo favorito servir a otros?
Cuando Roberto Valencia era profesor de diseño en la Escuela de Artes y Comunicación de la Universidad de Montemorelos en México, él y sus alumnos experimentaron con actividades de servicio comunitario fundadas en sus habilidades y conocimientos creativos. Diseñaron un plan de ofrecer retratos fotográficos a miembros de la comunidad que por lo general no tienen acceso a esos recuerdos.
«Eran personas de bajos recursos, que estaban muy ocupadas tratando de ganarse la vida. Tener un retrato personal era una de las últimas cosas en que estaban pensando –dice Valencia–. Pero cuando llegan las nuevas generaciones de una familia, quieren saber de dónde vinieron sus padres
y abuelos. Una imagen puede evocar mucho y ser punto de inicio para compartir esas historias. Las familias con niños son las que más se destacan en mi memoria. Los padres eran muy trabajadores y no podían pasar mucho tiempo con sus hijos. Se sintieron agradecidos por las fotografías, y para ellos fue algo sumamente especial».
Escuche su corazón. Hay incontables necesidades en el mundo, y una persona no puede ocuparse de todo. Por ello, haga una pausa y enfóquese en la dirección que usted siente que es la mejor. ¿Le gusta leer y no puede imaginarse sin esa actividad? Es probable que haya adultos de su comunidad que han perdido la oportunidad de dominar esa habilidad fundamental; su ayuda como tutor podría transformarles el mundo. Visitar a ancianos que se están quedando ciegos y leerles puede ser un regalo invalorable.
Siéntase libre de comenzar de a poco. Puede resultar abrumador comprometerse a una actividad semanal, o aun a una mensual. Por el contrario, busque miniproyectos que pueda ofrecer solo una vez y llevar a cabo con mayor facilidad.
Las actividades estacionales representan una buena oportunidad. Mi hermana creó tarjetas de San Valentín con su hija pequeña, y las distribuyó a ancianos veteranos. En Navidad, empacaron pares de calcetines y los llevaron a un refugio cercano para personas sin techo. Si le gusta andar en bicicleta y sabe algo de mecánica, tal vez pueda establecer una clínica de reparación de bicicletas durante un día. Una rodaja de pan casero puede ser una manera excelente de iniciar una conversación con un vecino.
Si así lo prefiere, siga a otros. No todos son llamados a ser líderes, y está bien que sea así. «En diversas actividades, usted puede tener diferentes niveles de participación –dice Valencia–. Es algo que noté muchas veces con solo estar presente, y eso animó a personas que eran mucho más capaces de brindar una ayuda significativa».
No todas las oportunidades de servicio necesitan hacerse realidad desde la iglesia. Muchas organizaciones realizan una obra maravillosa y están muy preparadas en el área que han escogido. Al unir sus esfuerzos con ellos, usted puede incrementar su impacto, tener una rica experiencia de aprendizaje, y edificar relaciones con los demás voluntarios y con aquellos a quienes sirve.
Recuerde que Jesús es su socio. Muchos de nosotros tenemos niveles de comodidad en lo que respecta a dar testimonio en voz alta. Recuerde que Jesús siempre está de su lado. Él le traerá otras personas si usted conserva un corazón abierto, y le dará las palabras que sean apropiadas.
«Cuando conocimos a Hamia, ella mencionó el nombre de Dios varias veces –dice Guth–. Aprovechamos esa oportunidad para hablar de Dios, para compartir que tenemos el mismo Dios»
Prepárese para recibir bendiciones. «Todos tenemos desafíos –dice Philip Stanley, director de actividades comunitarias de la iglesia adventista Southern Asian en Maryland (EE. UU.). Pero a menudo, cuando ayudamos a otros, cuando entramos en contacto con otros y sus circunstancias, esos desafíos desaparecen rápidamente. El servicio práctico nos transforma a nosotros mismos. Es sumamente gratificante».
El servicio comunitario también puede transformar congregaciones. Durante años, Stanley ha organizado oportunidades de servicio para miembros de Escuela Sabática, desde alimentar a los que están sin techo hasta participar en viajes misioneros y asociarse con organizaciones nacionales.
«A menudo, los jóvenes entran y salen muy fácilmente de la iglesia –dice–. Además, puede que nuestros jóvenes no se sientan cómodos para traer un amigo no adventista a los cultos de la iglesia. Pero el trabajo comunitario es una perfecta oportunidad para invitar a sus amigos e integrarlos para que participen de una actividad adventista juntos».
Guth se hace eco de ese testimonio: «Nuestra iglesia solo tiene unos cien miembros, pero tenemos actividades todos los sábados y también durante los fines de semana. Resulta muy atractivo para los amigos no adventistas de nuestros adolescentes, y cada año, dos o tres se bautizan como resultado de eso. Ahora tenemos demasiados pedidos de jóvenes que quieren ser parte de los Conquistadores. Nuestra pequeña iglesia no da abasto para atender a todos».
¿Llegar más allá de las paredes de la iglesia para servir a los vecinos? ¿Y finalmente hallar que esas paredes han quedado chicas para incluir a todos los que quieren ser parte de la familia de la iglesia? ¡Esa sí que es una visión digna de adoptar!
* Se ha utilizado un seudónimo.