Un conquistador de 16 años fue electrocutado mientras evaluaba el daño causado por la tormenta.
Los amigos y miembros de la iglesia adventista 10 de octubre en Ranchuela, Villa Clara, en el centro de Cuba, lamentan la pérdida repentina de un miembro del Club de Conquistadores de la iglesia, de 16 años, el 25 de agosto de 2020.
Kendry Díaz Negrín estaba caminando por su vecindario para evaluar los daños causados por la tormenta tropical Laura cuando un cable eléctrico caído lo electrocutó. Murió casi instantáneamente, según los testigos.
La tormenta trajo consigo lluvias torrenciales e inundaciones costeras por toda Cuba el 24 de agosto, derribó árboles y dejó como saldo escombros desparramados por todos lados. No se informaron otras muertes entre los miembros de iglesia.
“Nunca imaginé que me enfrentaría a esta situación y sentiría mi corazón tan quebrantado al ver cómo la muerte se llevó a uno de nuestros jóvenes”, expresó Liván Hernández, director del Ministerio Joven de la Iglesia Adventista en la Misión de Villa Perla. “Era un jovencito feliz, amigable, amante de la creación de Dios, un conquistador fuerte y fiel, siervo de Dios y amigo de todos”.
Hernández recuerda ver, hace poco, a Díaz Negrín acariciar a un pollito que sostenía en su mano. “Nuestro campo local, y especialmente la iglesia adventista 10 de octubre ha derramado muchas lágrimas”, dijo Hernández. “Pero junto a su familia y amigos, mantenemos la fe de Jesús y la promesa de la vida eterna”.
Díaz Negrín creció en la Iglesia Adventista y era un participante activo de las actividades e iniciativas de su iglesia local.
Enit Chamizo, directora del Club de Conquistadores, lo recuerda de forma especial como “el chino”, como lo llamaban de forma afectuosa. “Se ganó el cariño de todos los que lo rodeaban desde muy pequeño, por su forma amigable de tratar a las personas”, indicó ella.
Chamizo aún recuerda a Kendry cantando acerca de la pronta venida de Jesús, vestido con su uniforme azul y blanco y su pañoleta roja, cuando era parte del Club de Aventureros.
“En ese momento, yo ya era conquistadora, pero cuando me gradué y me convertí en directora del club, él siempre me buscaba para pedirme que ajustara su pañoleta porque decía que a mí me salía bien”.
Chamizo recuerda ver a Díaz Negrín ayudar a los niños y hacerse amigo de cualquier persona con la que se encontraba.
“Lo llevaremos en nuestros corazones y, en esa mañana gloriosa, sé que me encontraré con él y que recostará su cabeza en mi hombro, como solía hacerlo”.
Cientos de líderes y miembros de iglesia, escoltados por el Club de Conquistadores, marcharon por las calles de la ciudad después de una ceremonia conmemorativa hasta llegar al sitio donde se lo enterraría el 26 de agosto.
“Nunca había pasado algo así en esta ciudad”, comentó Radamés del Sol, secretario ejecutivo y tesorero de la Iglesia Adventista en la Misión de Villa Perla. “Vi a más de trescientas personas, incluidos jóvenes de nuestra iglesia y de otras denominaciones, en el servicio fúnebre”.
A Díaz Negrín lo sobreviven sus padres, Ondrey y Yailén, y su hermanito de seis años.
Dayami Rodríguez colaboró en este reportaje.
La versión original de esta historia fue publicada en el sitio web de noticias de División Interamericana.