En Brasil, el ejemplo de Milena Morais ha encantado e inspirado a su clase.
Para muchos, estar lejos de las personas que quieren se ha convertido en uno de los mayores desafíos durante el período actual de distanciamiento social. Para los niños, la falta de conexión con sus amigos y otros adultos importantes puede ser aun más dolorosa.
Una maestra de escuela primaria adventista en Rondonópolis, Mato Grosso, Brasil, cree que ha encontrado una forma de resolver el problema. Ahora está visitando a sus alumnos vestida con un disfraz en forma de corazón.
Milena Campos Morais Rosário, maestra de tercer año en el Instituto Adventista de Rondonópolis, una institución que enseña jardín de infantes, escuela primaria y secundaria, compartió que durante sus intercambios con los padres por grupos de WhatsApp, se dio cuenta del efecto que la cuarentena estaba teniendo sobre sus alumnos. El distanciamiento social obligatorio estaba impactando directamente su motivación, según lo explicó.
“Los niños están extrañando su rutina escolar”, expresó Morais. “Estaba pensando qué podía hacer para compensar estos sentimientos y mostrarles amor de una forma segura, que cumpliera con los lineamientos sanitarios del gobierno”.
Morais compartió que, al considerar las opciones, recordó que la escuela tenía un disfraz en forma de corazón guardado en un depósito y ella creyó que podía adaptarlo para que sirviera como vestimenta protectora.
Acortando las distancias
Desde ese momento, Morais ha organizado su día para que, entre las clases virtuales y el tiempo que le lleva prepararlas, pueda hacer una visita sorpresa a sus alumnos.
Dijo que siguió las reglas de distanciamiento social y los lineamientos establecidos.
“Siempre me quedo fuera de la casa del alumno”, explicó. “Desinfecto mi disfraz después de cada visita, así como mis manos y mi máscara facial”.
Bruno Daniel da Silva Rosário, esposo de Milena y profesor de Educación religiosa en la escuela, la apoyó en todo el proceso. Mientras visita a cada alumno, él se asegura de que ella pueda reproducir música desde un parlante cuando golpea la puerta de las casas.
“¡Él es mi asistente de sonido!” dice Morais. “Yo me acerco a una puerta con mi parlante y una melodía alegre. Comienzo a cantar y a hacer movimientos graciosos para que los niños sonrían”.
El latido de los corazones
Con su disfraz en forma de corazón, Morais cree que está haciendo felices a los niños y a los padres. Los padres coinciden con ella.
“Mi hijo generalmente se adapta bien a experiencias desfavorables”, dijo Maria Célia dos Santos, madre de João, de ocho años. “Pero la presencia de su maestra le trajo a casa todo lo que él experimenta en su ambiente escolar: la interacción y la calidez humana. ¡Quedó muy conmovido!” Apenas Morais se fue, dos Santos contó que João le dijo: “¡Mamá, me siento tan feliz! ¡Siento que mi corazón está bailando!”
Según Morais, estas reacciones de los padres y alumnos han renovado su espíritu también.
“Siento gozo y una sensación de realización al responder a su afecto”, dijo. “A pesar de los desafíos que esta pandemia ha traído, estar en contacto con los niños me motiva a seguir esforzándome por un tipo de educación que trascienda la mera enseñanza”.
¿Qué vendrá después?
“Planeo visitar a cada alumno de mi clase”, dijo Morais. “¡A los 46!”
La versión original de esta historia fue publicada en el sitio web de noticias en portugués de la División Sudamericana.