En una conferencia virtual, Lisa Beardsley-Hardy sugiere usar los desafíos actuales de la educación como plataforma de lanzamiento.
La pandemia de COVID-19 ha llevado a todas las instituciones educativas del mundo a un estado de crisis, según los líderes de educación. Sin embargo, en la historia de la educación adventista, particularmente a nivel superior, las crisis y las amenazas de cierre no son nuevas, de acuerdo con lo que Lisa Beardsley-Hardy, directora de educación de la IASD, expresó en una presentación reciente.
Beardsley-Hardy habló sobre el tema “La educación adventista en tiempos de crisis” durante el coloquio en la Universidad del Norte del Caribe (NCU por sus siglas en inglés), que tuvo lugar el 17 y 18 de agosto de 2020, de forma virtual. En el segundo día del evento, hizo un resumen de la crisis en la educación adventista y cómo el sistema ha sobrevivido y, en algunos casos, prosperado en momentos difíciles. Beardsley-Hardy relacionó, a modo de ejemplo, cómo los éxitos y fracasos del Colegio de Battle Creek llevaron al surgimiento de la Universidad de Loma Linda, del Atlantic Union College, y de la Universidad Andrews.
Ella señaló que el Colegio de Battle Creek, aunque dirigido por adventistas, comenzó como una escuela secular sin clases de Biblia en el plan curricular. A medida que la iglesia progresaba y consideraba el consejo profético de Elena G. de White —una de las cofundadoras de la Iglesia Adventista del Séptimo Día— el estudio de la Biblia comenzó a formar parte de la currícula de la institución. Cuando la educación adventista superior pasaba por su etapa de dentición, crecieron los conflictos entre los educadores adventistas con mentalidad secular y aquellos orientados a la misión, comentó Beardsley-Hardy.
La directora de Educación de la iglesia mundial argumentó que si bien algunos educadores adventistas estaban concentrados en que aumentara la cantidad de alumnos, la popularidad en la sociedad y la rentabilidad financiera de las instituciones adventistas, otros coincidían con White en que la currícula educativa de la iglesia debía estar centrada en los principios bíblicos y debía incluir el estudio de la Biblia. Además, la Iglesia Adventista decidió que las clases de Biblia debían ser dictadas por educadores adventistas con formación específica en teología adventista.
Por más de cien años, según lo que relató Beardsley-Hardy, la NCU se ha enfrentado al peligro de clausura, a la amenaza de pérdida de su integridad espiritual y de su identidad adventista. Así como sucedió con el Colegio de Battle Creek, durante sus años de formación, la NCU, originalmente llamada West Indies Training School, permaneció cerrada por un período de tiempo antes de resurgir otra vez. A diferencia del Colegio de Battle Creek, que cerró de forma permanente, la NCU ha comenzado su segundo siglo de actividad. Actualmente está ubicada en el distrito de Manchester, Jamaica.
Las amenazas de antaño son las mismas de hoy, dijo Beardsley-Hardy: el déjà vu de la integridad espiritual, la identidad denominacional, la sustentabilidad financiera, el reconocimiento institucional, el respeto de la sociedad y la necesidad de conservar a los alumnos actuales y atraer a los próximos.
“Nosotros también nos enfrentamos a los mismos desafíos a la hora de aumentar las inscripciones. Necesitamos que algunos números se mantengan porque nuestro presupuesto está basado en el ingreso de las matrículas. […] Pero algo que debemos hacer es deshacernos de la carga antigua”, declaró Beardsley-Hardy con relación a los métodos anticuados de instrucción y ministerio. “[La crisis desatada por] la COVID-19 nos ha brindado una oportunidad de hacer justamente eso”.
La versión original de esta historia fue publicada en el sitio web de noticias de la División Interamericana.