¿Quién es el «semejante a un hijo de los dioses» que se menciona en Daniel 3:25? El contexto de este versículo es la […]
¿Quién es el «semejante a un hijo de los dioses» que se menciona en Daniel 3:25?
El contexto de este versículo es la historia de los tres amigos de Daniel que no se inclinaron ante la estatua que levantó el rey Nabucodonosor (Dan. 3:1-15), y que, en consecuencia, fueron arrojados al horno de fuego. Mientras el rey observaba el incidente, vio que dentro del horno había cuatro personas y declaró: «El aspecto del cuarto es semejante al hijo de los dioses» (vers. 25). Es por cierto una descripción intrigante.
1. Traducción apropiada: La palabra «aspecto» es muy probablemente un intento de diferenciar a este ser de los tres hebreos; parece pertenecer al ámbito divino. La frase en arameo «hijo de los dioses» también podría ser traducida «como el Hijo de Dios», lo que denota un mensaje mesiánico. Esta puede haber sido una comprensión del pasaje entre los cristianos. Los traductores tienden a aceptar la primera opción o similares. Se afirma que el orador es un rey no israelita para quien la frase «hijo de los dioses» designaba a las deidades o seres divinos menores. El plural arameo, ’elahin, al igual que el hebreo ’elohim, puede traducirse como singular. Para que el rey usara la frase con el sentido de «como el Hijo de Dios», uno tendría que asumir que había obtenido una comprensión hebrea de la frase mediante sus contactos previos con Daniel. Es una posibilidad difícil de demostrar a partir del texto, aunque no va en su contra. La gramática aramea puede usarse para apoyar ambas traducciones.
2. El papel del ser divino: Contextualmente, el ser divino está en el horno para librar a los tres hebreos de una muerte inevitable. Según el rey, ningún dios puede librarlos de sus manos (Dan. 3:15). Esto implica que cuando el rey ve a un ser divino en el horno, está observando un ser único que puede rescatar a sus siervos del rey (vers. 29). Este Dios es, según el rey, «el Dios Altísimo» (vers. 26). En el libro de Daniel, solo Dios puede librar a sus siervos de la muerte a manos de sus enemigos (por ej., Dan. 3:17, 28; 6:16, 20-22; 12:1), y el rey reconoció ese hecho teológico.
3. El ángel: Resulta sorprendente que, al fin de la historia, el rey se refiere a la cuarta persona dentro del horno como un ángel enviado por Dios a librar a los tres hebreos (Dan. 3:28). Por ello, se quita así toda comprensión politeísta de la frase ambigua «hijo de los dioses/Hijo de Dios». Más tarde, cuando Daniel fue rescatado de los leones, se da crédito tanto al Señor como a su ángel (Dan. 6:16, 20-22). Esto puede significar que el ángel fue el instrumento de Dios para salvar a sus siervos.
No obstante, parece haber más que esto, según lo señala el título «hijo de los dioses/Hijo de Dios». En Daniel, un ángel, Miguel («¿Quién es como Yahvé?»), está por encima de todos los ángeles como el arcángel (Dan. 10:13, 21; 12:1; 1 Tes. 4:16). Se lo identifica específicamente como «el gran príncipe protector de tu pueblo» (Dan. 12:1, NVI; cf. Dan. 10:21) y cumple funciones sacerdotales (Dan. 8:11) y judiciales (Dan. 12:1). Este ángel es llamado en otros lugares «el ángel de Jehová», y se lo identifica a menudo como Yahvé (por ej., en Éx. 3:1-4; Jue. 6:14, 16; 13:15, 16, 22; cf. Jue. 2:1-4).
Si combinamos estas evidencias bíblicas, podemos concluir que Miguel, el ángel del Señor, participa de la identidad de Dios; y que el título «el Hijo de Dios», o un ser divino, puede serle aplicado sin afectar el monoteísmo bíblico. En Daniel, el rey vio que el Hijo de Dios o el Ángel del Señor, Miguel, salvó a sus siervos. Para la mayoría de los cristianos, ese ser divino era el Cristo prencarnado.