La compasión es parte de nuestro ADN
Cuando quisimos encontrar adventistas que sirven a sus comunidades, no tuvimos que hacer demasiado esfuerzo. Los adventistas de casi cada ciudad y pueblo participan de ministerios de compasión. Escogimos estos cuatro que ilustran la creatividad y variedad de los que, en diversas partes del mundo, demuestran el carácter de compasión de Cristo. —Los editores.
ARGENTINA
Trabajo como asistente en una institución gerontológica en Buenos Aires (Argentina). Tengo, sin embargo, una segunda ocupación. Como directora de Servicios Comunitarios de la Iglesia Adventista de Palermo, recolecto prendas de vestir y alimentos para ayudar a los necesitados.
Durante dos horas todos los miércoles, mi equipo y yo ayudamos a unas veinticinco personas que se acercan a la iglesia, muchos de los cuales viven en la zona. Llevamos un registro de los que vienen, y apuntamos lo que le damos a cada uno, para ser tan justos como sea posible. También apoyamos a otras congregaciones adventistas.
Tiempo atrás, representantes de una iglesia adventista en el extremo sur de la ciudad, nos pidieron ayuda, y les dimos todas las prendas de vestir y alimentos que habíamos recolectado, para que pudiesen ayudar a las personas del vecindario de su iglesia. Además, algunas familias adventistas se han mudado hacia la capital debido a la falta de trabajo en el empobrecido norte del país y, después de ver las necesidades de sus propios vecinos, se contactan con nosotros para ver qué ayuda les podemos brindar a estas personas.
No obstante, más importante que lo que hacemos es por qué lo hacemos.
El objetivo de nuestro equipo es simplemente seguir a Jesús, algo que
requiere no solo predicar sino también practicar la Palabra. El objetivo final
es ayudar a que las personas conozcan a Cristo. Junto con los alimentos y
prendas de vestir, les ofrecemos estudios bíblicos. Cada año, varias personas
piden el bautismo como resultado directo de este ministerio.
Para nosotros, la clave se encuentra en este versículo del apóstol Juan:
«Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en
verdad» (1 Juan 3:18).
Margarita Sandoval es coordinadora de Servicios Comunitarios Adventistas
de la Iglesia Adventista de Palermo en Buenos Aires, Argentina.
ESTADOS UNIDOS
En 2008, cuando una recesión financiera azotó al país, los miembros de la iglesia adventista de Paradise Valley en San Diego (California), se sintieron guiados por Dios para comenzar un ministerio de alimentos para su comunidad.
Will James, por entonces pastor de la iglesia, dice: «Ese ministerio abrió los ojos de la iglesia al hecho de que San Diego alberga a más de 250 mil refugiados. Pronto descubrimos que esa gente necesitaba más que alimentos, por lo que comenzamos un ministerio que ahora se conoce como Amistades de Esperanza (FFH por su sigla en inglés)».
James agrega: «FFH procura llegar a ser la familia que estos refugiados dejaron atrás cuando huyeron para salvar sus vidas. Les enseñamos inglés, les brindamos oportunidades de capacitación laboral en nuestra tienda de artículos usados, y los acompañamos mientras aprenden a vivir en una cultura nueva. Estamos allí para ayudarlos a entender el sistema de salud, brindarles alimentos y prendas de vestir, y hasta enseñarles higiene básica».
Durante los últimos diez años, FFH ha ayudado a que más de trescientas familias obtengan las habilidades suficientes de comunicación y destrezas laborales para que puedan salir adelante y lleguen a ser ciudadanos productivos.
Cada semana, FFH distribuye más de 4500 kilogramos de alimentos y 400 prendas de vestir. Ofrece clases de inglés como segunda lengua cinco días a la semana. En su huerta comunitaria, los refugiados cultivan alimentos nativos de sus países de origen.
El ministerio ha cambiado para siempre la iglesia de Paradise Valley. Personas que representan a más de sesenta nacionalidades adoran juntas, con clases de Escuela Sabática en francés, criollo, laosiano, español, tagalo y suajili.
Para saber más sobre este ministerio, entre a FriendshipsForHope.org.
GHANA
Me encanta ayudar a la gente. Comencé a ayudar a otros de niña. Reunía a los niños y les ayudaba a hacer cosas. De adolescente, me dediqué a coser para otras personas. Cuando comencé a trabajar, compartí mi salario con personas de la comunidad que no tenían lo suficiente. Me gustaba compartir los alimentos. Cuando llegué a conocer a Cristo, su amor pulió ese deseo innato de ayudar a otros.
Dios me dirigió para que me dedicara al trabajo social. Con la ayuda de mi esposo, en 2011 formamos el Club Ponacka Kids. Ponacka es una palabra indígena que significa «aguas tranquilas». Nuestro objetivo es animar a los niños para que sean líderes. Nuestro lema es «Líderes en desarrollo».
Cada domingo de tarde, unos sesenta niños vienen a nuestra casa durante tres horas. Participan de actividades de coreografía, música, desarrollo del liderazgo, y visitas ocasionales a lugares de interés. Hemos llevado a los niños a visitar el programa Mentes Curiosas de la Ghana Broadcasting Corporation, donde niños conversan y analizan diversos temas. Uno de ellos envió el siguiente mensaje:
«Mami, gracias por la capacitación especial que me ayudaste a recibir en Ponacka. Me está haciendo conocer otros lugares».
Cuando fuimos a vivir a Ashiyie en 2011, nos dimos cuenta de que varias familias habían ocupado edificios sin terminar. Referimos diez niños de tres de esas familias a unos amigos de Holanda que administran una ONG llamada KAEME. Ahora todos los niños están recibiendo diversos tipos de apoyo de parte de estudiantes de la Universidad Valley View.
Durante una visita, nos encontramos con una niña de siete años por la que habíamos orado. La niña asiste a la escuela solo cuando puede. KAEME está construyendo en Agormeda una escuela con seis salones de clase que será conocida como la Academia Dios es bueno.
Mi familia visita el Hospital Dodowah los sábados por la tarde, para orar por los pacientes. Por lo general vamos con estudiantes de teología de la Universidad Valley View.
Lideramos un equipo de trabajadores sociales y psicólogos, en colaboración con el Departamento de Bienestar Social. Identificamos a niños que están en orfanatos por ser pobres, no porque no tengan familia. Conectamos a los niños con sus familias y los apoyamos para que puedan disfrutar de la vida de familia en lugar de la vida en una institución. Hemos reunificado a 119 niños de diversos orfanatos en Ashanti, en los alrededores de Accra, y en regiones centrales de Ghana. Ahora viven en familia.
Helena Obeng-Asamoah es exdirectora del Departamento de Niños, Ministerio de la Mujer y Asuntos Infantiles.
CHINA
En enero de 2020, 180 mil chinos que viven y trabajan en la ciudad de Wuhan regresaron a sus hogares, llevando con ellos la enfermedad del coronavirus 2019 (COVID-19). Una ciudad china cercana obtuvo la triste distinción de tener el número más elevado de casos confirmados de enfermos por el virus fuera de la provincia de Hubei. Dado que casi todo el país se movilizó para tratar de detener el avance de la enfermedad en Wuhan, las instituciones médicas de otras ciudades comenzaron a buscar la ayuda de las comunidades locales y globales.
Les preguntamos a los participantes en la lucha contra la epidemia qué podíamos hacer para ayudar. Entonces animamos a los miembros para que donen dinero y oren pidiendo la conducción y protección de Dios. Recaudamos unos nueve mil dólares, que usamos para comprar máscaras, desinfectante de manos, gafas de protección, termómetros infrarrojos y fideos instantáneos.
El 20 de febrero, enviamos el primer conjunto de artículos, junto con diez cajas de fideos instantáneos, al personal local dedicado a la campaña contra el virus en diversos barrios. Ese pequeño acto recibió las felicitaciones de la comunidad, el departamento de policía y los involucrados en la lucha contra la epidemia. Algunos de ellos expresaron su deseo de asistir a la iglesia cuando la epidemia ya no presente una amenaza. Unos pocos incluso aceptaron a Cristo como su Salvador. Nos sentimos honrados de servir a Cristo en la comunidad, según se refleja en la promesa de Jesús, que dijo: «De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis» (Mat. 25:40).
Este artículo está basado en un informe recibido desde la China en marzo. —Los editores