En el día de énfasis anual enditnow se brindarán recursos para una participación activa.
En un año marcado por la pandemia de la COVID-19, los expertos en familia creen que se ha estado desarrollando otra pandemia que no aparece con frecuencia en los titulares pero que a menudo es igual de insidiosa y letal: la violencia contra las mujeres y los niños.
Y en un año en que muchos programas e iniciativas se vieron postergados o cancelados, los líderes de la IASD creen que ahora es un momento en que nos urge resaltar el flagelo de la violencia doméstica y avanzar con paso resuelto para prevenirla.
Como en todo cuarto sábado de agosto de cada año, el 22 de agosto de 2020, miles de congregaciones adventistas locales en todo el mundo tendrán un culto especial para generar conciencia y reflexionar sobre la violencia contra mujeres y niños en todas las comunidades e iglesias. La iniciativa, llamada enditnow, fue lanzada en el 2014, y cada año el programa parece volverse más completo. Los líderes reiteraron que, si bien al principio la idea fue promovida por el Ministerio de la Mujer de la Iglesia Adventista, ha crecido hasta alcanzar a otros departamentos y ministerios de la iglesia mundial.
“Nos alegra informar que en el 2020, enditnow ha involucrado a varios departamentos de la iglesia, incluido el Ministerio de Salud y Temperancia, de Educación, de Hogar y Familia, y del Niño”, expresó Raquel Arrais, directora asociada del Ministerio de la Mujer de la IASD. “Hay un comité, dirigido por Heather-Dawn Small, directora del Ministerio de la Mujer, que incluso involucra al Ministerio Joven y al departamento Ministerial de la IASD”, añadió.
Según el sitio web creado por el Ministerio de la Mujer, en el sábado especial de enditnow este año se transmitirá un sermón del secretario ministerial asociado de la IASD, Anthony Kent, y un seminario por Katia Reinert, directora asociada del Ministerio de Salud y Temperancia. También se incluirá un folleto sobre las respuestas individuales y comunitarias a la violencia doméstica, por Mable B. Dunbar, quien también es autora del folleto Las dinámicas de la violencia doméstica.
Un flagelo mundial
“Vivimos en un mundo lleno de incertidumbres y miedo”, dice la carta enviada a los líderes de los Ministerios de Hogar y Familia, de la Mujer, y del Niño en todo el mundo. “Nos enfrentamos a inestabilidad política, guerras, epidemias y pandemias, pérdidas de trabajo, incapacidad de lidiar con las necesidades de nuestras familias, y la lista continúa… Todos estos factores nos impactan espiritual, física y emocionalmente. Lamentablemente, la angustia emocional sin una base espiritual firme lleva a que en nuestro hogar y en nuestra sociedad haya abuso de varios tipos”.
El sitio web de enditnow explica por qué es fundamental ayudar en la lucha contra la violencia doméstica. Según las estadísticas citadas, en los Estados Unidos una de cada seis mujeres es víctima de un intento de violación o de una violación perpetrada. A nivel mundial, hasta un 50 % de las agresiones sexuales son efectuadas contra menores de 16 años, y una de cada cuatro mujeres experimenta violencia durante el embarazo. Las estadísticas también revelan que un millón de menores, en su mayoría niñas, ingresan al comercio sexual cada año. Los activistas de la iglesia creen que los adventistas deberían trabajar intensamente para cambiar estas estadísticas. Los líderes creen que los adventistas pueden cumplir un rol único en esto, gracias al énfasis que ponen en tratar a las personas como seres integrales.
“El tratamiento de las familias que experimentan violencia y abuso requiere la integración de las necesidades de la persona en su totalidad”, escribió la experta Marie Fortune, citada en un folleto que se compartió en todo el mundo sobre la respuesta individual y comunitaria. “De este modo, la importancia de desarrollar una comprensión común y el hecho de que exista cooperación entre los ayudantes seculares y religiosos a la hora de tratar con la violencia familiar no es algo que pueda enfatizarse lo suficiente”.
Respuesta individual y comunitaria
El folleto dentro del paquete enditnow del 2020 apela a que la gente se eduque sobre el tema y se concientice respecto a las dinámicas de violencia doméstica. Según se nos dice, es algo que involucra, entre otras cosas, leer libros, ver videos y asistir a talleres y seminarios. También llama a las personas a ser activas por medio del contacto y la participación en los programas de su zona que provean seguridad, defensa, apoyo y otros servicios necesarios para las víctimas y los autores de los delitos.
Entre otras sugerencias, la lista solicita que se promueva una respuesta a la violencia centrada en la víctima y que haya acceso a recursos comunitarios; que se responsabilice a los ofensores y que se asegure a todas las comunidades —incluidas las poblaciones marginadas afectadas por la violencia doméstica— la posibilidad de tener voz en el asunto y acceso a respuestas y recursos adecuados a su cultura.
“[Es esencial] fomentar una postura colectiva respecto al conocimiento de la violencia doméstica como problema comunitario y como responsabilidad comunitaria, para prevenirla, y un protocolo de intervención para cuando ocurra”, menciona el folleto, y “establecer una respuesta comunitaria a la violencia doméstica de forma coordinada, para incluir a representantes del orden público, del sistema escolar, y a profesionales de la salud mental”.
Por qué los adventistas deberían hacer más
La prolongada campaña de la IASD contra la violencia y el abuso comenzó con un enfoque en las mujeres y las niñas, pero ha llegado a tener un enfoque más global contra la violencia y el abuso de cualquier persona, ya sea hombre, mujer, joven o anciano, por lo que expresó Reinert en el seminario incluido en el paquete enditnow del 2020. Según ella, los líderes religiosos de muchas denominaciones han compartido que estos materiales han sido una bendición para ellos también. Sin embargo, Reinert cree que los pastores y líderes eclesiásticos pueden hacer mucho más para generar conciencia, prevenir el abuso y ayudar a los sobrevivientes.
“Demasiadas personas viven todavía bajo el control tóxico de una pareja, de un padre, hijo, jefe, pastor, maestro o alguna otra persona que emplea abuso sexual, físico o emocional sin reconocerlo como tal”, escribió. “Muchos de los que reconocen esto e intentan ayudar, hablan con un pastor, un líder de la iglesia, u otro miembro, pero igualmente pueden no encontrar la ayuda apropiada o la información necesaria y terminan siendo culpados por esta situación o reciben la indicación de orar por eso. Muchos permanecen en la indiferencia, en la ignorancia o en la ceguera no intencional respecto a las necesidades de los sobrevivientes o de los perpetradores, que buscan desesperadamente esperanza y sanación para su quebranto”.
Reinert se pregunta qué sucedería si cada congregación tuviera un coordinador de enditnow que conociera sobre el abuso y, en trabajo conjunto con el pastor, involucrara a la iglesia en la prevención y asistencia a los necesitados. El objetivo también se aplica a los futuros pastores.
“¿Y si cada alumno de Teología y cada pastor recibiera capacitación en las nociones básicas sobre el abuso y la mejor forma de ayudar a la víctima y al responsable?” preguntó.
Reinert menciona que ella cree que podemos hacer mucho más y que cada pastor, líder de iglesia y miembro debe evaluar cómo hacer la diferencia. “No debemos preocuparnos, sino seguir haciendo que nuestra presencia se sienta en palabras y acciones mientras aprendemos juntos y traemos a la luz las diferentes formas de abuso que deshumanizan a los demás”, escribió.
¿Por qué deberíamos hacer más? Para Reinert, quizás la razón más importante es que somos las manos y los pies de Dios en este mundo; somos llamados a representar su amor y poder sanador y a servir a otros como él lo hizo.
“Jesús nos llama a tratarnos unos a otros con amor y respeto, cuando dice: ‘Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros’ [Juan 13:34, 35]”, escribió. “Por tanto, es nuestro deber como pastores y líderes de iglesia seguir alcanzando a los sobrevivientes de abuso con compasión, tal como lo hacía Jesús, haciendo lo que esté de nuestra parte para prevenir y lidiar de manera apropiada con el abuso y la violencia en todas sus formas”.